de depresión, el desempleo aumenta y los salarios disminuyen; además, en la economía de
escala global contemporánea, el desempleo también aumenta debido a la transferencia del
proceso de producción a zonas geográficas distantes con niveles salariales más bajos. A su
vez, la pérdida del poder adquisitivo de los asalariados provoca una nueva disminución en
el nivel de consumo, lo que a su vez provoca una nueva caída de los precios y, como re-
sultado de esto, el nivel de ganancias de las inversiones también disminuye, lo que reduce
el estímulo a la inversión y en consecuencia aumenta aún más el porcentaje de desempleo.
Y así la rueda sigue girando por el impacto adverso de unos factores económicos y pro-
ductivos sobre otros hasta la llegada a un grado insostenible e impredecible de paraliza-
ción de la actividad económica y productiva con altos porcentajes de desempleo, grandes
stocks de bienes manufacturados sin posible venta y gran capacidad de producción sin sa-
lida. En las condiciones de una economía de escala global sin ningún poder hegemónico a
escala mundial, las depresiones serán más frecuentes, más duraderas y más graves, y las
recuperaciones económicas serán más lentas y débiles.
P
ara afrontar esta situación
,
ya no son adecuados los gobiernos nacionales
,
ni siquiera los de
las grandes potencias econó
m
icas
(E
stados
U
nidos
, J
apón
, A
le
m
ania
...)
si no actúan todos al
unísono
. E
l hecho de que con
m
otivo de la reciente crisis bursátil haya
m
os escuchado gritos
de responsables nacionales y expertos economistas pidiendo la intervención del Fondo
Monetario Internacional significa que se percibe la falta de alguna forma de liderazgo a
nivel mundial, que cumpla en el mercado global el papel que antes desempeñaban los go-
biernos estatales en los mercados de sus respectivos países. Pero falta ese agente mundial
para tomar decisiones, y el sistema económico con su ideología neoliberal carece de los
elementos teóricos y doctrinales que inspirarían y justificarían tal intervención.
La etapa de liderazgo mundial de los Estados Unidos en el campo económico definitiva-
mente ha llegado a su fin; el mundo se está volviendo política y económicamente multi-
céntrico, sin ninguna potencia hegemónica capaz de promulgar normas para el funciona-
miento del sistema económico global.
La ideología dominante del neoliberalismo requiere la no intervención de los poderes polí-
ticos en la regulación económica, e incluso la desaparición completa de la intervención es-
tatal
. T
al posiciona
m
iento del liberalis
m
o econó
m
ico contra la intervención del poder políti
-
co crea las condiciones para la depresión al
m
ismo tiempo que elimina la protección de esa
parte de la población que necesita la ayuda del Estado para lograr medios de vida y salud,
lo que intensifica las tensiones y conflictos sociales que añaden elementos adicionales per-
turbadores contra la estabilidad del sistema.
Estamos llegando a un punto en el que el capitalismo es el principal peligro para sí mismo y
el mayor obstáculo para su propia preservación. No es la primera vez en la historia que el
capitalismo genera contradicciones internas que amenazan destruirlo, pero sí, por aparecen
primera vez estas contradicciones concretas y en esta forma concreta. El capitalismo en
etapas pasadas encontró fórmulas y soluciones para salvarse de las dificultades en las que
se debatía, y no se puede estar seguro de que esta vez no podrá superar las contradicciones
actuales. Sin embargo, nosotros, actuando según el método marxista, debemos estudiar
cuidadosamente esta situación y su evolución, prestando atención principalmente a las
con-tradicciones que aparecen y a su profundización, con el objetivo de aprovecharla en
un proceso estratégico de liberación social.
La principal contradicción del capitalismo contemporáneo puede formularse de la siguien-
te manera: los controladores del poder económico mundial no pueden evitar utilizar su in-
fluencia sobre los organismos políticos de todo el mundo para asegurar ganancias y bene-
ficios monetarios durante un corto período de tiempo, pero mientras tanto todo lo que se
haga con este fin trae implícitamente una acumulación de riesgos de desastre en un futuro
lejano para el propio capitalismo, pero al mismo tiempo para toda la humanidad. Se trata
de un desastre económico debido a una depresión sin salida, pero también de un desastre
ecológico debido a métodos de producción irracionales, así como de un desastre demo-
gráfico debido a flujos masivos incontrolables de población y también de un desastre social
debido a un crecimiento excesivo de las diferencias sociales entre las distintas clases so-
ciales y el aumento descontrolado del desempleo.
Durante la marcha del mundo hacia ese impreciso pero inevitable punto de ruptura catas-
trófica del sistema, ciertos sectores o estratos de las clases dominantes podrán anticipar los
intereses del futuro frente a la inercia o falta de capacidad de reacción del resto atrapado
en la dinámica de los negocios encaminados al beneficio rápido en contra de la estabilidad
y salud del mundo futuro.
No es posible saber de antemano qué forma tomarán y cuánta intensidad tendrán los con-
flictos entre los sectores sociales en conflicto. Incluso si ambos aspiran -cada uno a su
manera- al éxito del capitalismo, los conflictos que surgirán entre los partidarios de las
soluciones socioeconómicas opuestas pueden ser muy agudos, e incluso militares. De gue-
rras inter-imperialistas anteriores surgieron revoluciones socialistas victoriosas. Ojalá los
futuros enfrentamientos dentro de la economía capitalista constituyan una nueva oportuni-
dad para los luchadores por un mundo más justo, más racional y más solidario.